Estambul
Estambul es esa mezcla de colores, sabores, olores y sensaciones que no encontrarás en ninguna otra ciudad europea. Desde aquí os recomendamos que en cuanto tengáis oportunidad, visitéis Turquía.
Los destinos favoritos de los españoles en Turquía son Estambul y Capadocia. En nuestro caso, por la propia logística del viaje, visitamos únicamente Estambul. Invertimos 7 días, pero con unos 5 podrás conocerla bastante bien y así podrás invertir el resto en otras zonas, como Capadocia, por ejemplo.
Pese a que se nota que la ciudad se ha europeizado bastante, si no eres una persona dispuesta a “abrir un poco la mente” es posible que lo pases mal. Si eres de vacaciones en hoteles de cinco estrellas o de restaurantes de guía Michelín, es posible que Estambul no sea tu destino. Aunque los turcos son gente muy maja y volcada con el turismo, también son buscavidas y al principio podría impresionarte un poco. Y como os digo, no es en absoluto una cosa exagerada.
Sultanahmet es el barrio más antiguo e histórico, visita indispensable. Se encuentra lleno de mezquitas, algunas tan famosas como la Mezquita Azul o la de Santa Sofía, desde las que unas 5 veces al día los fieles son llamados a rezar con un canto musulmán que sale desde altavoces ubicados en los minaretes y que puede oírse desde cualquier lugar de la ciudad. En Sultanahmet (aunque también se puede hacer en la zona moderna) es muy chulo sentarse en las terrazas de las teterías a tomarse un té turco o de manzana y fumar una sisha de sabores. Nos fumamos una entre todos mientras tomábamos té y veíamos un espectáculo tradicional de derviches, un baile turco donde hombres supuestamente en estado de éxtasis dan vueltas como una peonza ataviados con vestidos blancos con falda que al girar le dan un efecto de vuelo.
Puedes haber visto palacios como los de Viena, pero ninguno como el palacio de Topkapi donde gobernaban los sultanes y dentro del cual, en el harem, vivía con todo tipo de lujos la familia del sultán con las esposas, concubinas y eunucos.
El paseo en barco por el Bósforo es indispensable, a las 7 de la tarde cuando empieza a anochecer, para ver los palacios otomanos y las mezquitas con las luces encendidas. El Bósforo separa el Mar Negro del Mar de Mármara. Según te alejas de Estambul, vas dejando a tu izquierda la parte europea de la ciudad y a tu derecha la parte asiática. En los edificios se aprecia la diferencia entre una y otra.
El Gran Bazar es un laberinto de calles, en las que tienes que regatear por comprar una alfombra, una sisha, plata, lámparas, o miniaturas. Como bajes mucho el precio los comerciantes se ofenderán, a fin de cuentas ellos están allí para hacer negocio. Pero es recomendable ir probando y comparando en diferentes sitios ya que si no puedes llegar a pagar mucho más de su precio real.
En el norte de la ciudad, la parte nueva, la gente es diferente, viste diferente y piensa diferente. Van a las discotecas de moda, como el Reina. También están todas las marcas que podrías encontrar en Paseo de Gracia o Serrano.
A nosotros nos decepcionó tremendamente el Hammam, eso sí. Después de haber estado en otros como el de Granada o Madrid, a pesar de que este es más auténtico, no era lo que nos imaginábamos. Fuimos al más conocido de la ciudad. Por 20€ solamente te dejaban entrar. Por 50€ tenías un masaje completo. Es una sala enorme con una gran piedra de mármol en el centro donde te puedes tumbar. La sala es una especie de sauna que está a temperatura moderada. Alrededor hay varias picas con grifos de los que puedes coger agua caliente o fría para echártela por encima y refrescarte. Te dan una pastilla de jabón para que te laves un poquito. Por allí hay masajistas, que te apalizan tumbado en el suelo, en pelotas, con la toalla que te dan metida en la raja del culo tapando las vergüenzas.

La comida para nuestro gusto normalita. Hay kebabs (aunque el concepto es distinto al que conocemos), una especie de pizzas que llaman pida, pasta y algo de carne y pescado. Es una lástima no probar ensaladas, o comer fruta de cualquiera de los miles de puestos ambulantes en los que la vendían, pero necesario si no quieres terminar con diarrea. Aunque eso ya queda a elección del estómago de cada uno. Es una experiencia comerte un bocadillo de caballa en la zona del puerto. Las delicias turcas, las baklavas, las especias que vendían a granel en el mercado, merecen la pena ser probadas.